La cuestión del Reparto del Trabajo en la era de la Robotización y Digitalización Global no es sólo un tema de debate teórico en el ámbito de la economía y la sociología, sino que es parte de la vida de millones de ciudadanos y ciudadanas, de la agenda de la negociación sindical, de las decisiones políticas, de la conciliación familiar,.. La pregunta es ¿es posible mantener el mismo horario de 8 horas de trabajo, que en el Estado Español firmó por primera vez el Conde de Romanones el 1 de Octubre de 1919, tras la extensión de la huelga de la Canadiense, es decir, casi 100 años después y que pueda haber trabajo para toda la población activa? .

La respuesta parece evidente, con la aplicación intensiva de elementos tecnológicos en la producción que realizan procesos más amplios sin intervención de mano de obra humana, ésta es cada vez es menos necesaria.  Si no hay otros cambios, el aumento del paro es su consecuencia inevitable. Hoy con menor cantidad de mano de obra puede mantenerse el mismo nivel de producción y además seguramente con menores costes productivos. Es decir, el paro, no es una maldición de los dioses. Por el contrario, es algo que hemos visto desde los orígenes del capitalismo, a mas máquinas, menos necesidad de mano de obra. Esto que en los orígenes del siglo XIX, impulsó el movimiento luddista, hace tiempo que es conocido como parte de un proceso inevitable del capitalismo industrial.

A ello se añade, otro elemento a tener en cuenta, y es que con la industrialización de los nuevos países emergentes -y no sólo en el mundo asiático- dados los desplazamiento a esas zonas de procesos productivos que siguen necesitando mano de obra intensiva, la producción en las zonas metropolitanas del planeta, se reducen y especializan. La producción en las sociedades postindustriales se orienta a modelos que necesitan poca mano de obra y en buena medida mas especializada. La terciarización de sus economías no consigue asimilar la mano de obra excedente de los ámbitos industriales o que los nuevos procesos no asimilan. La conclusión parece evidente si no se cambian otras claves, un paro mas alto se convierte en un elemento estructural. Paro estructural con sus consecuencias añadidas, pérdidas de derechos, precarización, empobrecimiento, aumento de la desigualdad, inoperancia real de la conciliación familiar, etc…

Pero la buena noticia es que existe alternativa y la alternativa camina en la dirección del reparto del trabajo, reducción de las jornadas laborales y absorción de esa reducción por población parada… Esto además, no es un sueño teórico nacido de pensar que cien años después del comienzo de las jornadas de ocho horas, y tras los impresionantes cambios técnicos y organizativos de la producción local y global, es hora de cambiar. Es algo a la orden del día y que en muchos países europeos ya se ha avanzado con el consiguiente mantenimiento de cuotas mínimas de paro y sin que los y las trabajadoras hayan perdido poder adquisitivo por trabajar menos horas, ni resentido la escala del desarrollo…

Todo esto viene a cuento porque hoy hemos conocido que el Tribunal Superior de Justicia dicta una sentencia según la cual frente a la negociación sindical y la decisión política de aplicar al funcionariado vasco el horario de 35 horas semanales, se hace prevalecer la norma superior estatal fijada en un decreto que mantiene el horario laboral en 37,5 horas. Decreto ajustado a una idea coherente con el austericidio general y los recortes en la administración pública. Parón con ello a nuevas OPES por la vuelta a ese horario y el ahorro consecuente.

Bueno, para el austericidio y los recortes, pero malo para la lucha contra el paro. Esta decisión pone además en cuestión dos elementos. a) La capacidad de la negociación colectiva en el ámbito público que tenga dimensión no estatal, y b) La capacidad de regulación de las administraciones autónomas de definir la organización de su propio funcionariado, que ya sabíamos limitado por la capacidad de ofrecer y decidir las OPES y su volumen de plazas…

Malo para la democracia, para la soberanía autonómica pero sobre todo malo para la lucha contra el paro, la exclusión y el empobrecimiento. Las élites de este país siguen enredadas en horizontes a corto plazo y utilizando todo su poder para utilizar triquiñuelas y ventajas legales y políticas para imponer políticas anticiudadanas y de restricción de derechos.

Este es un caso mas. Pero la tendencia histórica es imparable. La reordenación de la producción se irá imponiendo por cuanto es imparable, otra cosa es que esa reordenación se quiera hacer a costa de la mayoría trabajadora de las sociedades.

Hay que levantar muros y mareas populares en la defensa del reparto del trabajo, al tiempo que de los derechos. Así se consiguieron las 8 horas hace un siglo. Y ahí también las fuerzas sindicales  y políticas debemos establecer también prioridades y estrategias junto con la mayoría trabajadora.