Hace un año nuestra compañera, la Juntera Mari Cruz Polaina, por iniciativa de la plataforma Gasteiz Irekia, viajó con un numeroso grupo de activistas de la solidaridad en la llamada Caravana de la Solidaridad a Grecia. Era una iniciativa mas de las que habían llevado a Grecia e Italia o a otros lugares del Mediterráneo, a movilizarse en apoyo y solidaridad con los y las refugiadas. A su vuelta, ella, con otros compañeros y compañeras, denunciaron la situación en las que se vivía en los campamentos y que era consecuencia de la vulneración del derecho a la acogida de las personas refugiadas. Denuncia de las políticas europeas y denuncia de las muertes que originan al obligar a trayectos imposibles alternativos en el Mediterráneo que han acarreado casi 5.000 muertes en sus aguas en el 2016. Denuncia de los recorridos en condiciones inhumanas que han debido realizar miles de personas que están huyendo de la guerra y la muerte… Denuncia y trabajo solidario quizá poco conocido pero permanente y lleno de voluntad y cooperación.
Hace un año y a lo largo de 2016 hemos visto como la situación se ha agravado al tiempo que se ha silenciado, al bloquear los movimientos de migración y refugio en Turquía o el silencio de la muerte en el Mediterráneo. Vergüenza de ser incapaces de acoger y defender a quien se define así en el articulo 1 del Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados de 1967 «Una persona que, debido a un miedo fundado de ser perseguido por razones de raza, religión, nacionalidad, membresía de un grupo social o de opinión política en particular, se encuentra fuera de su país de nacimiento y es incapaz, o, debido a tal miedo, no está dispuesto a servirse de la protección de aquel país; o de quien, por no tener nacionalidad y estar fuera del país de su antigua residencia habitual como resultado de tales eventos, es incapaz, debido a tal miedo, de estar dispuesto a volver a éste». Y que mayor miedo que el miedo a la guerra y la destrucción. En Euskadi, en el Estado Español, hemos sabido mucho de eso. La huida frente a la muerte anunciada en la época de la guerra civil y la larga noche franquista posterior.
Ya el colmo es cuando nos llega la noticia de intentar acusar a dos activistas vascos de la solidaridad, un vizcaíno, Mikel Zuloaga y una navarra, Begoña Huarte, que en una acción de denuncia y protección de personas refugiadas, «llevar en su caravana a jóvenes refugiados de siria y afganistán hacia el País Vasco» y ¡se les quiere acusar de «tráfico de seres humanos»!. La vergüenza y la indignación no parece que tenga límites.
La Europa Política retrocede hacia tiempos oscuros a caballo de movimientos xenófobos y racistas al tiempo que las poblaciones vascas europeas europeas exigimos solidaridad, derecho y defensa del refugio.
El activismo solidario no puede ser acusado y bloqueado. Defendemos a nuestros compañeros y compañeras que defienden la dignidad y los Derechos Humanos. Podemos debemos estar en esa Solidaridad y Defensa del Refugio y la oposición a las políticas y legalidades que intentan relegarlo, detenerlo y/o bloquearlo.
Foto publicada de la rueda de prensa de la organización vasca de solidaridad con los refugiados Harrera Solidarioa en La Vanguardia en
http://www.lavanguardia.com/sucesos/20161228/412950084262/espanoles-detenidos-grecia-refugiados.html
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